una tarde en Aguirre
Una y muchas tardes en Aguirre. Caminaba excitado las cuadras que me separaban del local; rápido, rápido, con ganas, con muchas ganas, con la ilusión de hacerlo bien y con la tentación perenne del fracaso. Echaba el bofe cada tarde de ese día de la semana que ya no recuerdo. Durante una de esas caminatas conté los gatos, en otra me perdí y pregunté a un chamarilero (y no es una licencia poética).
ESTO SE QUEDA ASÍ INCOMPLETO E ININTELIGIBLE.