Monday, January 09, 2006

Y ahora suena una canción que me habla de sexo, de sexo pasado y placentero, de temblor de piernas, de emoción colegial, de un hombre que me quiso y me abrazó y al que sólo vi una noche. Yo que nunca confío en las bondad de los desconocidos me acuerdo y me lloro otra vez al acordarme de lo bien que me trató. Y me lloro y lloro por Rafa (que no es el hombre que me amó sino un amigo que me ama y que su nombre no es Jesús), y lloro porque me gusta llorar y por aquel francés que dio un trozo de camembert al despertarme, a mí.

conmoverse

Conmoverse. Dejarse mover. Una noche de lunes escuchando y viendo. Escapando para volver. Pienso a veces que ver es lo más difícil de todo, que la obviedad del sentido es como una rodaja de pepino, mentirosamente terapeútica y estetíca/estóicamente analgésica de lo feo. Lo que no queremos ver, o no nos dejan o no nos apetece. Pero ay!!! Hay cosas para ser vistas y que de repente, en un golpe de zapping mental, se nos desnudan impúdicas ante los ojos ciegos de tanto mirar; porque mirar no es tan bueno como ver.
Tú, Anula la voluntad de mirar y ve inconsciente tonto y bebé de 30. HOy he visto y el recuerdo de ver ha hecho que me muerda los labios llorosos; estoy contento de haber visto y de haber encontrado en algo ajeno, lejano... algo propio MI LITTLE BANG para alejarme un poquito del ombligo más malo. ganas.ganas.ganas.ganas otra vez. Recuerdos y ganicas.

Wednesday, January 04, 2006

medio kilo de piña en almibar después

MEDIO KILO DE PIÑA EN ALMIBaR DESPUÉS, me siento más triste pero más dulce; espero que esta noche Belén Esteban no venga a verme. Me pregunto qué huella dejará en mí la piña porque sé que la piña es de esas frutas que dejan rastro, no como yo que debo ser un lichi chungo, una chirimoya pochísima o cualquier fruta de sosísima ché (como la chufa). Deberá imponerme el propósito de dejar marca... en las caderas (como el chocolate de dulce ch), en los pulmones (como el chocolate de anestésica ch), en las cartucheras (como el chorizo de ch y de paprika), en el corazón (como los cuchillos de bisturérrima ch). Tengo que trascender sentimental en los y no inducir al olvido.................

Una llamada de teléfono después.
Estaba escribiendo, delirando de lo lindo con las letras, hablando de que no dejaba huella en los otros sino la marca que llama a la amnesia buscada, afirmando que sólo dejo la cicatriz que recuerda la necesidad de olvidarme y ha sonado el teléfono; he mirado la pantalla y he descubierto con sorpresa que los números se amalgamaban digitalmente como sólo lo hacen cuando la llamada viene de ultramar. Era el que se había impuesto borrarme, el que me había devuelto al limbo, quien ya nunca me había conocido a fuerza de inexistirme; quizá era un valiente de los que giran la cabeza y quería devolver la mía a los fotos recortadas, puede que me necesitara como amigo como yo le necesito. Banalidades, noticias, risas prudentes/vestigios de la complicidad perdida, orgullo (el mío) por saberme necesitado y orgullo (el suyo) derrotado ante la necesidad de necesitarme; sólo lo último o quizá todo era mentira. Tengo una deuda con él y de lo más terrenal: n dolares que son mucho más inolvidables que los besos que nos dimos. Parece ser que cuando la salde podremos ser amigos... pero creo que ya es lo único que nos une: la deuda. Quiere que salde la cuenta pendiente. No le puedo devolver las caricias, el amor y el tiempo que perdió queriéndome y quizá se merece ese giro postal lleno de "nuestras deliciosas boludeces"; enroscado en los billetes irán muchos trozos de mí que saldrán volando en cuanto los lave, los planche y los tienda al sol de Malabia. Compartirán tendedor con los calzoncillos que me dejé y que ya vencieron la tiranía de la pinza de quien no quería ni dejar secar los recuerdos al sol. Adios, adios, adios, adios, adios, adios, adios, adios. Nunca quisé que me olvidaras y nunca imaginé que desearas tanto hacerlo. Te pagaré para que me olvides y te daría millones si te acordaras de mí. adios. adios.

medio kilo de piña en almibar después

MEDIO KILO DE PIÑA EN ALMIBaR DESPUÉS, me siento más triste pero más dulce; espero que esta noche Belén Esteban no venga a verme. Me pregunto qué huella dejará en mí la piña porque sé que la piña es de esas frutas que dejan rastro, no como yo que debo ser un lichi chungo, una chirimoya pochísima o cualquier fruta de sosísima ché (como la chufa). Deberá imponerme el propósito de dejar marca... en las caderas (como el chocolate de dulce ch), en los pulmones (como el chocolate de anestésica ch), en las cartucheras (como el chorizo de ch y de paprika), en el corazón (como los cuchillos de bisturérrima ch). Tengo que trascender sentimental en los y no inducir al olvido.................

Una llamada de teléfono después.
Estaba escribiendo, delirando de lo lindo con las letras, hablando de que no dejaba huella en los otros sino la marca que llama a la amnesia buscada, afirmando que sólo dejo la cicatriz que recuerda la necesidad de olvidarme y ha sonado el teléfono; he mirado la pantalla y he descubierto con sorpresa que los números se amalgamaban digitalmente como sólo lo hacen cuando la llamada viene de ultramar. Era el que se había impuesto borrarme, el que me había devuelto al limbo, quien ya nunca me había conocido a fuerza de inexistirme; quizá era un valiente de los que giran la cabeza y quería devolver la mía a los fotos recortadas, puede que me necesitara como amigo como yo le necesito. Banalidades, noticias, risas prudentes/vestigios de la complicidad perdida, orgullo (el mío) por saberme necesitado y orgullo (el suyo) derrotado ante la necesidad de necesitarme; sólo lo último o quizá todo era mentira. Tengo una deuda con él y de lo más terrenal: n dolares que son mucho más inolvidables que los besos que nos dimos. Parece ser que cuando la salde podremos ser amigos... pero creo que ya es lo único que nos une: la deuda. Quiere que salde la cuenta pendiente. No le puedo devolver las caricias, el amor y el tiempo que perdió queriéndome y quizá se merece ese giro postal lleno de "nuestras deliciosas boludeces"; enroscado en los billetes irán muchos trozos de mí que saldrán volando en cuanto los lave, los planche y los tienda al sol de Malabia. Compartirán tendedor con los calzoncillos que me dejé y que ya vencieron la tiranía de la pinza de quien no quería ni dejar secar los recuerdos al sol. Adios, adios, adios, adios, adios, adios, adios, adios. Nunca quisé que me olvidaras y nunca imaginé que desearas tanto hacerlo. Te pagaré para que me olvides y te daría millones si te acordaras de mí. adios. adios.

Tuesday, January 03, 2006

la tentación de raparme la cabeza me acecha y la tentación de analizar el porqué de la tentación anterior (la que mataría mi yo piloso) deja de ser volo para ser facto en este momento, aunque sea un facto analítico y mental ¿por qué librarme del pelo? ¿qué ganas de ser un Mariano de medio pelo? las ganas de cambiar, la tristeza atenazada, una serie argentina en la tele que me habla de una decepeción pretérito-amoroso, y una decepción actualísima y pseudo sentimental que me habla de una serie de fracasos argentinos, de una argentinidad no geográfica sino plateada y destellante. El brillo de la derrota. La decepcionante plata. Tengo un corazón de vedette... vestido de lame argentado; tengo visceras de vicetiple venida a menos, de eterna promesa de la revista, de medallista de plata en el Paralelo paralelo a mi sueños y nunca tangente con mis tontorrones y listísimos deseos ¡Vuelve el volo, el deseo! ¡Retorna la corista platinada subidas en sus decepciones de tacón de aguja! Preparaos porque su brillo os cegará, la derrota le hace refulgir lunera. Llega Nomi vestida de Infanta con la intención de que miréis siempre hacia atrás, en la escalera descendiente... la escalera de la ruina que lleva directo al trampolín. Pero no hay piscina, tan solo el arroyo... plateado pero arroyo al fin y al cabo.
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